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EL ANCIANO PAISIOS DEL MONTE ATOS

PALABRAS DEL ANCIANO PAISIOS

PEQUEÑA "FILOKALIA" - Historias del gerontikon

Sobre el Bien y el Mal

Sobre la concupiscencia

Sobre la avaricia

Sobre el Arrepentimiento

Sobre la Oración

Sobre el Ayuno

PEQUEÑA "FILOKALIA"

HISTORIAS DEL GERONTIKON - Sobre la Oración

Abad Antonio / Abad Agatón / San Epifanio de Chipre / Abad Pastor / San Basilio el Grande / San Marcos el Asceta / Hesiquio el Presbítero / San Máximo el Confesor / San Teognosto / San Elías el Presbítero / San Pedro Damasceno

Abad Antonio

UN HERMANO dijo al abad Antonio:

-reza por mí.

El anciano le respondió:

-ni yo puedo perdonarte, ni Dios, si tú mismo no examinas tus errores y no rezas.[1]

VISITARON unos hermanos al abad Antonio, y le dicen:

-Dinos una cosa, ¿cómo hemos de salvarnos?

Y el anciano les respondió:

-¿Habéis escuchado las Santas Escrituras? Eso basta.

Pero aquellos le dijeron:

-Queremos oír también un consejo tuyo, padre.

Así pues, el anciano les respondió:

-Dice el evangelio, "si uno te abofetea tu mejilla derecha, preséntale también la otra".

Ellos le responden:

-Eso no podemos hacerlo.

Entonces les dice el anciano:

-Si no podéis volver la otra mejilla, al menos sufrid un solo golpe.

Aquellos le responden:

-Tampoco podemos hacer eso.

Y el anciano dice:

-Si tampoco podéis hacer eso, entonces no devolváis el golpe.

Aquellos de nuevo le responden:

-Tampoco podemos hacer eso.

Entonces el anciano le dice a su discípulo:

-Prepárales una sopa caliente porque están enfermos.

Y a ellos les dijo:

-Si no podéis una cosa y no queréis la otra, ¿qué puedo hacer con vosotros? Necesitáis oración.[2]

Abad Agatón

LE PREGUNTARON otra vez los hermanos:

-Padre, ¿qué virtud requiere de más esfuerzo?

Aquél les dice:

-Perdonadme, pero creo que no hay nada más difícil que la oración. Porque siempre, cuando el hombre quiere rezar, los enemigos quieren detenerlo, porque saben que nada puede obstaculizarlos sino la oración a Dios. Y además, sea cual sea la ascesis que uno siga, si la soporta con paciencia, al final descansa; pero la oración requiere luchar hasta el último aliento.[3]

San Epifanio de Chipre

EL ABAD de un monasterio en Palestina declaró al bendito Epifanio, obispo de Chipre:

-Con la ayuda de tus bendiciones no hemos descuidado nuestra regla, sino que observamos celosamente las tercias, sextas y nonas.

Entonces aquél los criticó diciendo:

-Es evidente que descuidáis las demás horas puesto que hacéis descansos en vuestra oración. El auténtico monje debe tener permanentemente el corazón en la oración y la alabanza de Dios.[4]

Abad Pastor

VISITARON unos ancianos al abad Pastor y le dijeron:

-Si vemos que los hermanos tienen sueño en la sinaxis, ¿crees que debemos despertarlos para que recen en la vigilia?

Y aquél les dice:

-Si yo veo que un hermano tiene sueño, apoyo su cabeza en mis rodillas para que descanse.[5]

San Basilio el Grande

PARA LA ORACIÓN y la alabanza de Dios, como para muchas otras cosas, todo momento es apropiado, de modo que adoremos a Dios cuando trabajamos, mientras movemos las manos, pero también con la lengua cuando podamos, y esto es aún más capaz de fortalecer nuestra fe. Pero si no es posible rezar en voz alta, glorifiquemos entonces a Dios en nuestro corazón, con salmos y alabanzas y cantos espirituales, como dicen las Escrituras, hagamos nuestra oración mientras trabajamos. Podemos pues dar gracias a Aquél que nos dio la fuerza de nuestras manos en la labor, y la capacidad de la mente en la ciencia, a Aquél que nos regaló el material del cual construimos nuestras herramientas y el material que trabajamos en nuestras artes, sean cuales sean. Y roguemos que las obras de nuestras manos no tengan otro fin que no sea el de ser gratas a Dios.[6]

San Marcos el Asceta

ESTÁ CIEGO el que grita diciendo: "Hijo de David, apiádate de mí",[7] que reza con el cuerpo y no tiene aún conocimiento espiritual.[8]

AQUÉL que antes estaba ciego alzó la vista y al ver al Señor, no ya Hijo de David, sino como Hijo de Dios lo reconoció y se postró ante él.[9]

NO TE ENORGULLEZCAS de verter lágrimas en tu oración. Es Cristo quien tocó tus ojos para que pudieras ver la luz inteligible.[10]

SON MUCHOS los modos de orar y todos difieren más o menos de los otros. Pero no hay una manera de orar que provoque daño. A no ser que no se trate de oración, sino de obra satánica.[11]

CUANDO TE ACUERDES de Dios multiplica tus preces para que cuando lo olvides se acuerde de ti el Señor.[12]

QUIEN REZA por el bien de hombres injustos, aniquila a los demonios; a quien se opone a los primeros lo eliminan los segundos.[13]

RUEGA que no se te presente ninguna tentación.[14] Pero si se te presenta, afróntala como tuya y no como ajena.[15]

EL SIERVO no exige como paga la libertad, sino que agradece a Dios como deudor y la espera como una gracia.[16]

CUANDO LA MENTE reza sin distracción, conduce a la contrición del corazón. Y el Señor no dejará que se pierda el corazón contrito y humillado.[17]

Hesiquio el Presbítero

AL IGUAL QUE ocurre con la lluvia, que cuanto más cae sobre la tierra más la ablanda, del mismo modo la tierra del corazón se alegra y se regocija con el santo nombre de Cristo cuanto más lo llamamos e invocamos.[18]

(...) NO ES POSIBLE que el alma se convierta en imagen de Dios sino por medio de la gracia divina y la fe del hombre, al concentrar la mente con mucha humildad y continuamente en la oración.[19]

San Nilo el Asceta

LUCHA por que tu mente quede sorda y muda en el momento de la oración, y entonces podrás rezar.[20]

SI QUIERES orar debidamente, no des pesar a ningún alma; de otro modo, te esfuerzas en vano.[21]

NO RECES porque ocurra lo que quieres. Porque no está necesariamente en consonancia con la voluntad de Dios. Mejor es rezar como te han enseñado con las palabras "hágase en mí tu voluntad".[22] Y en toda ocasión ruega esto a Dios, que se haga Su voluntad; porque Él quiere tu bien y lo que le conviene a tu alma, mientras que tú no pides siempre lo que te conviene.[23]

POR LAS VIRTUDES conocemos las razones de las diversas criaturas, y de este modo nos acercamos a la razón de Dios creador. Pero Él se revela normalmente en el estado de la oración.[24]

QUIEN REZA espiritual y verdaderamente deja de honrar a Dios por sus creaciones, pero lo honra y alaba por Sí mismo.[25]

SI ERES teólogo rezas de verdad, y si rezas de verdad eres teólogo.[26]

LA SALMODIA es un tipo de sabiduría, y la oración nos introduce al conocimiento espiritual y multiforme.[27]

San Máximo el Confesor

NO SE BENEFICIA en absoluto de la oración del justo quien la necesita, mientras siga gozando en los pecados y no en las virtudes. También el Gran Samuel estaba en cierta ocasión apenado por Saúl y los pecados que cometía, pero no pudo aplacar a Dios porque no añadió a su pesar el imprescindible arrepentimiento del pecador. Así, Dios retiró a su fiel del dolor insensato con estas palabras, "¿hasta cuándo estarás triste por Saúl, al que rechacé para que no reinara sobre Israel?"[28].[29]

San Teognosto

AUNQUE con la pura oración que une inmaterialmente con Dios la mente inmaterial hayas llegado a ver como en un espejo la vida que sucederá al fin de tu vida aquí, por haber aceptado el enlace con el Espíritu y haber alcanzado en tu interior el reino de los Cielos con todos tus sentidos y pensamientos, aunque lo hayas conseguido esto, no consientas, no obstante, desprenderte de tu carne sin haber previsto tu muerte. Pero reza fervientemente por esto y ten esperanza en conseguirlo, cerca de tu partida si te conviene. Y prepárate para esta partida expulsando toda cobardía, de modo que puedas traspasar el aire, escapar a los espíritus malignos y pasar valientemente y sin miedo a las bóvedas celestiales, unirte a los órdenes de los ángeles, añadirte a los elegidos y los justos de todos los siglos, y ver a Dios en cuanto ello es posible. Gozarás de los bienes que Dios regala y sentirás la Palabra de Dios iluminando los espacios supracelestiales y cómo Lo alaban con Su carne inmaculada, en común reverencia junto al Padre y el Espíritu Santo, todo el ejército celestial y todos los santos.[30]

San Elías el Presbítero

LOS DEMONIOS odian profundamente la oración pura; no los vence la multitud de las alabanzas, como en una guerra el ejército vence a los enemigos, sino la armonía de tres cosas, de la mente con la razón, y de la razón con los sentidos.[31]

San Pedro Damasceno

¿QUIERES darme descanso en Tu sabiduría? No replico. ¿Quieres entregarme a las tentaciones para humillarme? Igualmente obedeceré. No hay nada que pueda hacer sin Ti. Sin Ti no habría nacido de la nada, ni puedo vivir ni salvarme. Haz de tu criatura lo que quieras. Creo que bueno como eres me reservas bienes aunque por mi bien no los conozca. Pero ni soy digno de conocerlos ni pido hacerlo para quedarme tranquilo. Tal vez no me convenga. Ni oso pedir que me dejes descansar de alguna guerra, aunque soy débil y todo me duele, porque no sé qué es lo que me conviene. Tú lo conoces todo;[32] obra según tu conocimiento. Pero que no falle, pase lo que pase, sino que quiera yo o no quiera sálvame. Y ello si tú lo quieres. Voluntad mía no tengo; estoy ante ti como inánime. Pongo mi alma en Tus santas manos[33] en esta vida y en la futura. Porque todo lo puedes y todo lo conoces y todo bien quieres para todos y siempre anhelas mi salvación. Lo veo en todas las buenas obras que haces por nosotros con tu gracia, abierta u ocultamente, por todas las que conocemos y por cuantas no conocemos y por esta condescendencia que tienes para con nosotros que es inconcebible, Hijo y Verbo de Dios. ¿Quién soy yo para osar hablarte, conocedor de los corazones? Pero digo todo esto para entender yo mismo y para que lo sepan mis enemigos que recurro a Ti, puerto de mi salvación. Y he aquí que he sabido por Tu gracia que Tú eres mi Dios y no me atrevo a hablar en demasía, sino simplemente a mostrarte mi mente torpe, sorda y muda. Porque no yo, sino Tu gracia trabaja por todo bien. Porque no sé que haya yo hecho nunca nada bueno, sino multitud de males siempre, y por ello me arrodillo ante ti como tu siervo, porque me has permitido arrepentirme y soy Tu siervo e hijo de tu sierva.[34] Pero no me dejes, Señor mío, Señor Jesucristo mi Dios, hacer ni decir ni pensar nada que no quieras; pues me bastan tantos pecados como he cometido. Pero ayúdame como quieras. He pecado, ayúdame según tu conocimiento. Creo, Señor, que escuchas mi miserable voz y te interesas. Presta ayuda a mi fe deficiente,[35] Tú que me has dado la vida y me has hecho cristiano. Es un gran título para mí, como dice Carpacio, haber sido llamado Monje y Cristiano. Como dijiste, Señor, a un siervo Tuyo "es un gran título para ti haber tomado Mi nombre".[36] Esto es lo mejor para mí, por encima de todos los reinos de la tierra y del cielo, simplemente no dejar de llamarme con Tu dulcísimo nombre.[37]

[1] Gerontikon, 15

[2] Gerontikon, 18

[3] Gerontikon, 9

[4] Gerontikon, 3

[5] Gerontikon, 202

[6] Reglas más amplias II, Respuesta 37

[7] Lc. 18, 38

[8] Sobre la ley espiritual, 13

[9] Ibid . 14

[10] Ibid . 15

[11] Ibid . 22

[12] Ibid . 25

[13] Ibid . 45

[14] Mt. 6, 18

[15] Sobre la ley espiritual, 164

[16] Sobre aquellos que creen estar justificados por sus obras, 3

[17] Ibid . 34. Cf. Salmo 50, 19

[18] A Teódulo, 41

[19] Ibid . 61

[20] Sobre la oración, 11

[21] Ibid . 20

[22] Lc. 22, 42

[23] Sobre la oración, 31

[24] Ibid . 52

[25] Ibid . 60

[26] Ibid . 61

[27] Ibid . 85

[28] I Samuel 15, 35; 16, 1

[29] Sobre teología, capítulo ciento cinco, 81

[30] Sobre el sacerdocio, 75

[31] Prácticos y teóricos, 71

[32] Jn. 21, 17

[33] Cf. Salmo 30, 6

[34] Salmo 116, 16

[35] Mc. 9, 24

[36] Is. 49, 6

[37] Sobre cómo se adquiere la fe verdadera

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